Broncoespasmo en bebés y niños; ¿Qué riesgos existen?

¿Sabes qué esexactamente un broncoespasmo en bebés, cómo se manifiesta? ¿Cuáles son sus causas ? ¿Cómo hay que actuar cuando un niño no puede respirar correctamente? Se conoce con el nombre médico de broncoespasmo o espasmo bronquial al estrechamiento involuntario de los bronquios, los dos tubos que permiten la entrada y salida del aire desde la tráquea hasta los pulmones.

Lo habitual es que los bronquios tengan una apertura completa para una correcta respiración. Sin embargo, en determinadas ocasiones, la mucosa interior de estos pequeños tubos se inflama debido a una reacción, y el espacio para que pase el aire es mucho menor. ¿Qué pasa cuando no llega suficiente aire a los pulmones? Pues que para compensarlo, el ritmo respiratorio aumenta, y existe la aparición de una sintomatología concreta.

La sensación es que el pecho se cierra y el paciente se ahoga, llegando a ser muy molesto, sobre todo en bebés y niños de corta edad que no pueden controlar la situación por sí mismos. Síntomas de broncoespasmos en bebés y niños El broncoespasmo en bebés y niños no es algo contagioso.

Es una afección que tienen aquellas personas cuyos bronquios tienden a reaccionar ante estímulos externos. En niños menores de 5 años, los riesgos que conlleva un broncoespasmo son mayores, ya que además de este síntoma, se presentan otros bastante preocupantes: • Sensación de ahogo • Problemas para respirar • Falta de oxígeno • Tos seca • Sibilancias o leves silbidos al respirar • Mareos • Agitación extrema • Fiebre y otras reacciones de alerta Cuando los niños son muy pequeños, no son capaces de comunicar correctamente que no pueden respirar. Si sufren de un broncoespasmo severo, la falta de oxígeno podría conllevar un desvanecimiento o desmayo, coloración azul de la piel o cianosis, y en casos muy extremos, la muerte. Tratamiento Para la bronquitis y broncoespasmo que se necesita tratamiento médico, lo más adecuado es que sea un profesional cualificado quién lo aplique.

Según la severidad, el uso de fármacos o aparatología será distinta. Normalmente se emplean medicamentos broncodilatadores, que tienen la función de abrir los bronquios y facilitar el paso del aire. Estos pueden ser administrados por vía intravenosa, o bien aplicados con un inhalador. Evita exponer a tu bebé a factores ambientales que puedan provocar una reacción, como el humo del tabaco, el polvo, sustancias que le produzcan alergia, o químicos. Mantén al bebé en un ambiente ventilado donde pueda respirar bien. Ventila la habitación del pequeño en la que duerme. Salir al aire libre puede ser beneficioso para los niños con problemas de bronquitis y broncoespasmos.

¿Chupete en recién nacidos?, bueno o malo?

¿Es recomendable? ¿Cuándo debería empezar a dárselo? ¿Tiene algún inconveniente? Por eso, en este artículo te ofrezco toda la información necesaria para que puedas tomar la decisión de ofrecerlo o no, conociendo sus ventajas y desventajas, cuál sería el mejor momento para introducirlo y retirarlo y, si decides usarlo, cómo escoger el modelo más adecuado.

Uso del chupete Para que puedas decidir si tu bebé debe usar o no chupete, quiero contarte cuáles son sus beneficios pero, también, sus desventajas. Así, con toda la información, podrás elegir la opción más adecuada para vosotros. 

Beneficios y desventajas del uso del chupete: Los principales beneficios del chupete son: La función de calmar y relajar a tu bebé. Cubrir la necesidad de succión no nutritiva. Disminuye el riesgo de SMSL (Síndrome de Muerte Súbita del Lactante). Ayuda a conciliar el sueño. Pero también debes conocer las desventajas: Alteración de la forma del paladar. Alteración del desarrollo oral y riesgo de retraso del lenguaje.Infecciones de la cavidad oral.

¿Qué pasa si el bebé rechaza el chupete? Si el bebé rechaza el chupete, no debes forzar, ni untar con sustancias dulces para favorecer su aceptación. ¿Hasta qué edad es recomendable que un bebé use chupete? A partir de la erupción del primer diente, entre los 6-8 meses, podrías intentar comenzar a retirarlo. Lo más habitual es a partir del año de vida, y nunca deberías retrasarlo más allá de los 2 años.

Seguridad en casa para los pequeños

Seguridad en casa para los pequeños

Los pequeños pasan gran parte del tiempo en casa, y en esta época de contingencia, mucho más. Por ello es siempre recomendable tomar medidas de seguridad para evitar accidentes en el hogar, pues conforme los bebés crecen se vuelven más inquietos y activos.

Entre los percances más recurrentes en casa se encuentran: quemaduras, caídas, asfixias, cortes, intoxicación por ingesta de medicamentos o productos y descargas eléctricas. Pero no te asustes, siempre es mejor estar informado y tomar los cuidados necesarios. Te compartimos algunos tips que te pueden funcionar para evitar un mal rato.

Así puedes prevenir caídas:

· Siempre pon atención a tu bebé cuando se encuentre en una superficie alta: mesa, cama, sillón o cualquier otro, no lo descuides.
· Ten cuidado con pisos resbalosos y haz a un lado obstáculos. Para el baño puedes utilizar antideslizantes.
Evita quemaduras:

· En la cocina, debes poner mucha atención. Aleja a los pequeños de esa área, al cocinar utiliza tapas para ollas y sartenes, y cuida que sus mangos no sobresalgan de la estufa u otro mueble.

· También mantén alejados a tus pequeños del área de planchar.

Cuidado con los enchufes:

· Tapa tomas de corriente que no utilices regularmente, con enchufes especiales.
· Habla con tu pequeño y enséñale a no tocar enchufes, descalzo o con las manos mojadas.
· Revisa no dejar extensiones conectadas.

Evita ahogamiento, asfixia y estrangulamiento:

· Los niños, durante sus primeros tres años, suelen meterse objetos en la boca, oídos y nariz, por ello debes vigilarlos siempre.
· Busca juguetes de acuerdo a la edad del pequeño, pues muchos de ellos contienen piezas pequeñas.

Intoxicaciones, evítalas:

· Productos de limpieza, jardinería, insecticidas y medicamentos, siempre fuera del alcance de los pequeños.
· Nunca guardes en el mismo lugar productos alimenticios y tóxicos.

Siempre es mejor estar preparado ante cualquier accidente, por ello debes contar con un maletín de primeros auxilios, el teléfono del médico de tu bebé a la mano o algún otro de emergencias

**No tenemos derechos de autor compartimos créditos con bebes deMéxico**

LA LACTANCIA MIXTA Y POR QUÉ ELEGIRLA

La lactancia mixta es aquella que combina leche materna y leche artificial.
La elección podrá provenir de una indicación médica o de una libre elección materna:


Lactancia mixta pesoEn el primer caso, el motivo estrella es la ganancia de peso insuficiente. Es imprescindible una correcta valoración por parte de un profesional sanitario especializado en lactancia, puesto que en la inmensa mayoría de los casos el problema no radica en una falta de leche (agalactia), sino en una incorrecta técnica en las tomas, de fácil solución.


También puede ser necesaria la suplementación con leche artificial si debes seguir un tratamiento farmacológico incompatible con la lactancia o si tienes que separarte temporalmente de tu bebé y no te has extraído leche previamente.


Lo cierto es que muchas madres se decantan por la lactancia mixta por elección, porque prefieren no utilizar sacaleches y quieren compartir la tarea con su pareja o deben reincorporarse al trabajo.


Sea por el motivo que sea (y si no es una cuestión de salud con indicaciones médicas), elegir una lactancia mixta depende de ti y de tus circunstancias. Así que no hagas mucho caso a esos consejos que da todo el mundo sin saber realmente qué es lo mejor para ti y decide tú lo que creas conveniente.

*no tenemos los derechos de autor los créditos son para más bebes*

Más vale tarde que nunca

¿Quién no jugó en la infancia a la maestra?

Yo sí y muchas veces, pero nunca me imagine ejercer esta profesión a estas alturas de mi vida, todo fue gracias a la pandemia mundial, ¿están listos?

Como les había escrito antes, los padres modernos mandan a sus hijos a estimulación temprana (seguro quieren niños con gran desarrollo intelectual, pero a veces se sacrifica un poco la convivencia y la calidad de tiempo) y mi nieto no fue la excepción, terminó esa etapa y se graduó (yo me gradué hasta terminar mi carrera, como a los 23 años, pero en la actualidad los bebés se gradúan desde los primeros meses). Entonces, los padres decidieron mandarlo a la escuela con apenas un año y seis meses, según ellos para que el niño se desenvuelva con independencia (en mi época teníamos que esperar a que el bebe creciera física, intelectual y espiritualmente para mandarlo la escuela).

En fin, los padres emocionados pagaron la inscripción, como se sabe “Febrero, mes de las inscripciones”. Cabe mencionar que actualmente las abuelas no tenemos voz ni voto y mucho menos opinión en el tema de la educación de los nietos, ya saben “eso era antes”, “las cosas cambiaron”, “los niños de hoy están más revolucionados”, etc. Creo que los niños de antes y los de hoy, son los mismos, lo que ha cambiado son las actividades de los padres, sus intereses (padres modernos con celulares todo el día, chateando y navegando en las redes sociales, es decir, más conectados al mundo, pero menos comunicados con los hijos).

Como todos sabemos, nos alcanzó la pandemia. Desde luego, algo insólito, seguro necesitábamos un alto a nuestra vida acelerada, incrementaron los casos de Covid-19 y los padres de mi nieto resolvieron sacarlo de la escuelita, decisión que me encantó porque mantener a un bebé quieto frente a una computadora es complicado y difícil.

Y entonces ahí entro yo… ¿a quién creen que voltearon a ver?; pues a la Yaya, la abuela que no tiene qué hacer, la que tiene tiempo, la que puede ayudarlo y enseñarle materias de acuerdo con su edad.

Pues ya entrada en materia, me nombraron “La Miss” de mi nieto, y tuve que prepárame para saber cómo enseñarle a esa nueva vida. Pues como dicen por ahí “preguntado se llega a Roma”, empecé a leer, a indagar y a asesorarme con mis primas expertas en la enseñanza, busqué en internet y ¡manos a la obra! Puedo asegurarles que mi nieto, con 2 años, ve a la abuelita como un ser divertido, gracioso y está aprendiendo cosas nuevas con juegos, con cuentos e historias infantiles, ¡canta y baila todo el día!

Es muy importante que las primeras lecciones sean un placer para el niño, llenas de amor y paciencia, les aseguro que toda mi dedicación me trae, sin duda, los mejores momentos de esta gran labor que me asignaron como maestra.

He logrado con gusto y amor que el pequeño vea las lecciones de una manera fácil, donde aprenda las vocales cantando (les recomiendo la canción de la risas de las vocales), a distinguir los colores, a pronunciar los números, y entre juego y juego a diferenciar a los animalitos (recomiendo la granja de Zenón, y documentales de sonidos de animales), a distinguir las partes del cuerpo… Mi vida se ha convertido en un maravilloso juego y gran parte de día corremos, brincamos, gritamos, reímos, etc. (les aseguro que todos sus males desaparecerán). Entonces, los abuelos nos convertimos en los seres más adorados del niño. ¿Saben cuál es mi sueldo por esta linda profesión?, escuchar a mi nieto decirme: “Te amo Yaya”.

Solo me resta aconsejar a los nuevos padres: dejen a un lado los aparatos modernos y regalen a sus niños más calidad de tiempo. Pero esa es otra historia.

Gracias por leerme.

Autor: La Yaya

Los Abuelos, lo compartió la Tanatologa Chayito Ramos

Este escrito no es mío, pero me encanto y me gustaría compartirlo con ustedes.

ᴜɴ ᴅɪ́ᴀ ᴜɴ ɴɪɴ̃ᴏ ʟᴇ ᴅɪᴄᴇ ᴀ sᴜs ᴘᴀᴘᴀ́s:
ʏᴀ sᴇ ʟᴏ ϙᴜᴇ ϙᴜɪᴇʀᴏ sᴇʀ ᴄᴜᴀɴᴅᴏ sᴇᴀ ᴍᴀʏᴏʀ…
– ϙᴜɪᴇʀᴏ sᴇʀ ᴀʙᴜᴇʟᴏ!
– ¿ʏ… ᴘᴏʀ ϙᴜᴇ?
– ᴘᴏʀϙᴜᴇ ʟᴏs ᴀʙᴜᴇʟᴏs sɪᴇᴍᴘʀᴇ ϙᴜᴇ ᴠᴏʏ ᴇsᴛᴀ́ɴ ᴇɴ ᴄᴀsᴀ, ᴛɪᴇɴᴇɴ ᴛɪᴇᴍᴘᴏ ᴘᴀʀᴀ ᴠᴇʀ ʟᴀ ᴛᴇʟᴇᴠɪsɪᴏ́ɴ ʏ ᴘᴀʀᴀ ᴊᴜɢᴀʀ, ᴛɪᴇɴᴇɴ ᴅɪɴᴇʀᴏ ᴘᴀʀᴀ ᴄᴏᴍᴘʀᴀʀ ᴅᴜʟᴄᴇ ʏ ʜᴇʟᴀᴅᴏs, ʜᴀᴄᴇɴ ʙᴏʟʟᴏs ʏ ʙɪᴢᴄᴏᴄʜᴏs, ᴛɪᴇɴᴇɴ ᴄᴏᴄʜᴇ ᴘᴀʀᴀ ᴘᴀsᴇᴀʀ, ᴏʏᴇɴ ᴍᴜ́sɪᴄᴀ, ᴅᴜᴇʀᴍᴇɴ ᴅᴇsᴘᴜᴇ́s ᴅᴇ ᴊᴜɢᴀʀ, sᴀʙᴇɴ ᴍᴜᴄʜᴀs ᴄᴏsᴀs, ᴅᴀɴ ᴍᴜᴄʜᴏs ʙᴇsᴏs ʏ ᴛɪᴇɴᴇɴ ᴍᴜᴄʜᴏ ᴀᴍᴏʀ. ᴘᴏʀ ᴇsᴏ ϙᴜɪᴇʀᴏ sᴇʀ ᴀʙᴜᴇʟᴏ….

ᴅᴇғɪɴɪᴛɪᴠᴏ, ʟᴀ ᴍᴇᴊᴏʀ ᴘʀᴏғᴇsɪᴏ́ɴ ᴇɴ ʙᴏᴄᴀ ᴅᴇ ᴜɴ ɴɪɴ̃ᴏ, ᴇs sᴇʀ ᴀʙᴜᴇʟᴏs…

ғᴇʟɪᴄɪᴅᴀᴅᴇs ᴀ ᴛᴏᴅᴏs ʟᴏs ᴀʙᴜᴇʟᴏs ϙᴜᴇ ʟᴇᴀɴ ᴇsᴛᴏ…

¡¡¡ ᴛᴇɴᴇʀ ɴɪᴇᴛᴏs ᴇs ᴛᴏᴅᴀ ᴜɴᴀ ʙᴇɴᴅɪᴄɪᴏ́ɴ ᴅᴇʟ ᴄɪᴇʟᴏ!!!!


El reto más dulce de mi vida

El reto más dulce de mi vida

 

Nunca te rindas… ¡tus pensamientos son tu límite!

 

He tenido muchos retos en mi vida y siempre me repito “¡sí se puede!”, pero este es uno de los más grandes que he enfrentado, les cuento por qué:

Pasé de ser la Yaya a ser la cuidadora del bebé.

Este año la pandemia nos cambió la vida, creo que, para bien, o por lo menos en mi caso, pues me enseñó a valorar mi vida y a modificar hábitos acelerados ya que vivía el día sin disfrutar cada episodio. Si bien saboreaba algunas cosas, siempre era con cierta prisa y sobre tiempo. Hoy transformé el tiempo por la paciencia.

En mi trabajo dieron la instrucción de permanecer en casa y laborar desde ahí, debo confesar que al principio me fue difícil adaptarme a este nuevo proceso, pero ahora lo veo con más claridad. Creo que la humanidad, y sobre todo yo, necesitábamos este tiempo de caos para aprender a deleitarnos con la vida, la cual no valoramos hasta que nos vemos en peligro de perderla.

Entre esta nueva forma de vida, ¿qué creen? me declararon la nana oficial de mi nieto, ya saben, “mamá, tú que no tienes nada que hacer, que tienes tiempo de sobra, que estás organizada…” Bueno, para mi hija existían miles de razones valiosas para declararme la cuidadora oficial del bebé, por tanto, tuve que organizar mi tiempo entre trabajadora, cuidadora, ama de casa y cocinera, entonces pensé: “mi mente es mi límite, SÍ PUEDO”.

El bebé seguía creciendo y obviamente demandaba mucha atención y nuevos cuidados. Entre ellos, ¿cuál premio creen que gané?, pues adivinaron: enseñarle a dejar el pañal. ¡Wow! para mi edad, un reto enorme, porque cuando la vida me permitía enseñarle a mi hija, yo no lo hice. ¿A quién se imaginan que le tocó?, pues sí, acertaron, a mi mami y mi hermana. Es decir, yo no disfruté esa etapa, claro, por falta de tiempo, y es por ello que me declaro mujer sin experiencia en esta materia. Pero la vida me obsequió una nueva oportunidad.

Y que rápido me retó, pues de la noche a la mañana mi hija me dijo: “mamá dice el pediatra (ya sabemos que las madres modernas toman la visita del doctor como un recetario que deben de seguir al pie de la letra) que él bebé ya está en edad de aprender”. Y me advirtió así, literal, “Y una vez empezando no debemos volver a ponerle pañal”.  

¡Ups! mi cabeza me decía “este trabajo sí es complicado, quien sabe si consiga hacerlo, mejor que su mamá lo haga, o que busque otra opción”. Pero respiré profundo y reaccioné de inmediato, “no debo rendirme, nunca lo he hecho, me estoy limitando…”, entonces decidí enfrentarlo.

Obviamente, no es mi hijo, sino mi nieto y debo de seguir las indicaciones de sus padres, aunque como abuelas no estemos de acuerdo, ¿verdad?

A partir de ese momento llovieron miles de indicaciones por parte de su mamá, las cuales debía seguir al pie de la letra (aunque algunas se me olvidaron). Sin embargo, el amor al niño me hizo aprender cómo exhortarlo para llevarlo cada 5 minutos al baño, así de literal, fue una dulce lucha, y creo que cuando hacemos con pasión y amor las cosas, todo se puede.

Debo confesarles que no fue fácil, pero gocé cada minuto que corríamos al baño cuando me decía “Yaya pipí”. Todas sabemos que siempre te avisan cuando ya están casi mojados, entonces ahí entra la magia de las abuelas, empezamos a tomar la ida al baño como un juego, algo de risa, convencí a mi niño que hacer en el bañito era divertido y que conseguirlo significaba un gran logro. A la agüita amarilla le decíamos “adiós pipí”, esta forma de verlo como un juego me ayudó a que mi nieto aprendiera rápido.

Les recuerdo a todas las abuelas que cada etapa de la vida es única e irrepetible, necesitamos reinventarnos la vida día a día y hacer los retos dulces y únicos. Creo que cuando más “peros” ponemos el reto se vuelve más necio y no encontramos salida, pero si los vemos con amor los podemos resolver sin obstáculos. Y cuando por algún motivo no podemos resolver un desafío, es importante cuestionarnos qué debemos aprender y una vez descubierto el aprendizaje, este se convierte en un dulce momento de la vida concluido.

Pronto les contaré más aventuras que tengo con mi niño, pero esa es otra historia.

 

¡Gracias por leerme!

 

Autor: La Yaya       

 

 

 

“Aparte de vieja… viruela” Un dicho bien dicho.

“Aparte de vieja… viruela” Un dicho bien dicho.

¿Alguna vez se imaginaron bautizarse con un apodo a los 52 años de edad?

Pasaban los días y mi nieto continuaba siendo el centro de mi atención, cada carita, cada gesto, cada suspiro me hacía sentir en las nubes.

En alguna ocasión me cuestionaron sobre qué es el amor, supongo que por la falta de experiencia dije algo como “es sentir mariposas en el estómago”. Es de risa esa definición ¿verdad?, pero hoy, gracias a mi nieto, lo puedo entender y exteriorizar mejor, como lo explicaría Mafalda:

Amor es: el estado perfecto en tu cuerpo, estar en armonía y en equilibrio con tu propio yo (mente, alma y espíritu), es decir palabras lindas a todos los seres humanos, es motivar ayudando a los demás a levantarse, es olvidar rencores, es no tener envidia hacia los demás, es la pureza de un lindo ¡Te quiero!, es regalarse día a día una sonrisa, es desear abundancia y bienestar al universo, todo eso lo encuentras en una palabra: “NIETO”.

Con el correr del tiempo me convertiría en la nana (seguro pensaron en la Nana Fine) más experta en cambio de pañales, aunque debo reconocer que cae más rápido un hablador que un cojo, yo siempre decía “nunca voy a cambiar pañales” (¡jajaja!), la vida me llevó a realizarlo, a calentar mamilas, a adivinar qué necesitaba el nuevo integrante de la familia, hasta me convertí en el bufón más gracioso de mi casa. El bebé crecía a mi lado y yo aprendía de él cada instante.

Mi placer de estar cerca del niño crecía, lo primero que hacía al abrir los ojos por las mañanas era buscarlo, iniciar el día con una imagen de mi angelito es mejor que un buen café y eso que soy catadora. Durante el día recordaba sus graciosadas a cada instante y hasta considero que cansaba a mis compañeras de trabajo con el tema de mi nieto, algo así como cuando estás enamorada de tu primer novio y no dejas de pensar en él y de pintar corazones en todas partes. Un consejo, no hagas eso porque las amigas después te dan la vuelta, mejor disfruta tú esa etapa y cuando algo te saque de balance o sientas que podrías enojarte trae a la mente un recuerdo lindo de ese ser que amas tanto.

Pues un día, de la nada, escuché que mi nieto me empieza a decir “YAYA”, yo en mi papel de abuela que corrige y que cree que todo lo sabe le dije “no papi, soy abuelita”, y el bebé cada vez más claro me seguía diciendo así, y yo necia le decía “no nene, abuelita”, hasta que un día me canse y le dije “está bien, dime como se te haga más fácil”, acepté mi apodo y me bautice como la “YAYA”.

Uno de esos días jugaba como siempre con mi pequeño, él hacía como que se pegaba o se caía y yo corría a decirle “ya, ya mi niño”, lo abrazaba y le decía “todo está bien, no pasa nada”, y fue ahí cuando ‘me subió el agua al tinaco’, (y ustedes dirán “¡ay YAYA!”) pero  en ese momento me di cuenta de que bebé me había bautizado así porque yo jugaba con él de esa manera, porque le gustaban los abrazos, sentirse cerca de mí y, sobre todo, sentirse protegido.

Créanme, colegas abuelitas, somos un ejemplo de amor, paz, y armonía para nuestros nietos, y aunque no nos demos cuenta, ellos están aprendiendo de nosotras, tenemos un gran compromiso con ese ser que se está formando. Hoy, somos guías para formar a los que mañana serán seres seguros y plenos, triunfadores, capaces de dar y recibir amor, sin miedos para enfrentar adversidades, para tener relaciones sanas y no de codependencia, seres capaces de caer, levantarse y seguir, no les puedo asegurar que su vida será de color rosa, pero sí les afirmo que debemos formar seres capaces de amarse y amar, de sentirse plenos y en armonía.

Cuiden cada momento que estén con ellos porque, tengan por seguro, ellos nos observan todo el tiempo, aprendiendo cada suspiro y cada movimiento que hacemos.

Ahora ya saben porque firmó como YAYA.

Tengo mil aventuras que contarles, pero eso será en otras historias.

Gracias por leerme y compartir comentarios.

 

Esperen el otro.

 

Autora: YAYA

Nunca me lo hubiera imaginado

 

Nunca me lo hubiera imaginado

Estoy segura de que la mayoría de las abuelas han experimentado lo mismo que yo…

 

Cada día que pasa, mi amor por mi nieto crece. Al paso de los días, él se convertiría en el centro de atención, tanto mío, como de mi familia. Ante cualquier gesto, murmullo o sonido, era la primera en correr a verlo (ya me conocen lo nerviosa que soy), preguntando, como siempre, a mil por hora: ¿todo está bien?, ¿respira bien?, ¿qué tiene?, ¿por qué está inquieto?, y miles de preguntas a la vez.

Y qué les cuento, por fin llegó lo que temía: cuidar al bebé a los pocos días de su nacimiento ya que su mamá tuvo que acudir al doctor. Para mí fue preocupante y estresante, mis nerviosos a todo lo que daban, y ¿qué creen? Pues sí, no me despegué ni un segundo de su lado, es más, me senté a observarlo minuto a minuto. Creo que cada vez que se movía lo tocaba para verificar que estuviera bien y que no pasará frío. Ya saben las abuelas primerizas: lo tapaba, lo destapaba, lo movía, lo despertaba… En fin, esos momentos se convirtieron en un episodio de mi vida lleno de temores, revisaba sus manitas y me repetía constantemente: todo está bien, todo bien, respira bien, está calientito.

Híjole, llegó la hora de cambiarle el pañal, temerosa lo destapé, claro, ya lista con todos los instrumentos necesarios: pañal, toallitas, mameluco, por si se había mojado, etc. 

Con todo y nervios logre cambiarlo pero, oigan abuelitas, les paso dos tips:

  1. Traten de cambiarlos lo más rápido posible para evitar que los bebés pierdan temperatura.
  2. No se comprometan a quedarse con ellos si no tienen experiencia. Eso les evitará momentos de angustia.
  3. En fin, en caso de no aplicar el segundo consejo, tomen clases previas en cuanto salga el bebé del hospital y cuiden que estén presentes su mamá o su papá.

Pasaban los minutos y el niño se movía o se quejaba y nuevamente repetía todo el ritual (tocar la carita, revisarlo del pañal, moverlo y ver que respirara) en ese momento yo pensaba que si el bebito hablará diría: “Déjame descansar, estoy bien, quiero dormir, abuela. Recuerda, soy un bebé saliendo del cascarón y descubriendo este mundo… ¿por qué te preocupas?” 

Mis nervios crecían aún más porque se acercaba la hora de darle su biberón, y pensé, “ahora si tengo que cruzar la línea de fuego”.

Me toca preparar la leche. En ese momento mi mente se borró y no me acordaba de cuantas medidas de agua y leche debería hacer, ¿cuánto me dijo mi hija? Hasta que por fin lo recordé. Ahora venía otro reto, cómo encender el moderno calentador de leche (aparato completamente nuevo para mí y creo que para todas las abuelas de mi generación). Fue un verdadero relajo, se me cayó el agua, mojé la mesa, no sabía cómo encenderlo, y el bebé ya en un llanto total por su biberón. Y yo, ya se imaginarán, mejor opté por bajar a calentarla a mi estilo, quizás arcaico, pero funcional. Ustedes abuelas saben cuál es… sí, adivinaron: en baño maría.

Una vez superado este paso, cargue a mi bebé, también de forma exagerada casi parado, ¿quién no lo hace así? Y empecé a darle su mamila. Debo confesar que constantemente le sacaba el biberón porque sentía que se ahogaba, creía que tomaba tragos exagerados y muy rápido, obvió, el niño enojado.

Así pasaron los días y fui superando esta prueba. Después me convertí en una experta en cuidados al nieto, en cambiarlo de pañal, en darle su leche, y afortunadamente, nunca me toco bañarlo, ya que desde un principio su papá, gracias al curso de preparación, realizó esta labor. Les paso un secreto: él usaba una pequeña toallita, la cual la mojaba primero en agua caliente y luego envolvía al bebe, para introducirlo en la tina, les aseguro que no lloran, y disfrutan mucho su baño.  Debo confesar que en lo que sí soy experta, es en darle cariño. Nunca me lo hubiera imaginado… ¡cuánto amor se siente por los nietos!

Los días corrieron y él empezó a descubrir el mundo, ya todo tocaba, ya observaba, escuchaba sonidos y reaccionaba. Y yo, como loquita, festejando y sacando fotografías por todas las graciosadas. Recuerdo que una vez su papá empezó a emitir sonidos de trompetillas y él bebe observó y enseguida empezó a imitarlo.

La emoción no me cabe en mi corazón. Es un amor inigualable, un amor puro y sincero, en fin, nunca me lo hubiera imaginado: poseo en mi mente miles de anécdotas que tengo guardadas… pero esas serán otras historias.

 

Gracias por leerme y compartir comentarios.

Esperen el otro.

Autora: YAYA

Corrector de estilo: Oli

 

La cita con la vida

 

La cita con la vida

 

¡¡No hay fecha que no se cumpla… y esta es la mía!! Ahí les va

 

Por la tarde-noche del día 14 de junio del 2018, estando en casa, realizamos un ritual (¡jaja! o por lo menos algo parecido). Todo listo: las maletas preparadas, la pelota en la puerta, la pasta al ajo en su punto, el chocolate caliente, el baño de agua esperando, los jugos empacados, las botellas de agua en la pañalera y los apuntes del curso, como acordeón. Todos checando cada detalle, ya que el parto sería humanizado.

Para los que son de mi rodada, todo esto es nuevo, ósea todo lo contrario a lo que mi abuelita y mis ancestros hacían y decían en estos sucesos. 

Yo caminaba de un lado a otro, esperando indicaciones de los experimentados futuros padres, graduados con mención honorífica en el curso de “Preparación para el Parto” o algo así (altamente recomendable). Una vez checado, como 20 veces, que no faltara nada, finalmente nos fuimos a dormir. Bueno, es un decir porque no cerré los ojos en toda la noche, cada vez que mi hija se levantaba yo brincaba como chapulín de la cama. Por ahí de las tres de la mañana empezó todo y pensé: “seguro el bebé ya quiere conocernos”. 

El reloj no dejó de caminar y las molestias crecieron. Entonces decidimos márcale al Doctor (excelente ser humano y médico experimentado): “Todo tranquilo, nos hablamos en dos horas”, dijo. Mientras tanto, prescribió tomarse otro chocolate caliente, así hasta que dieron las 10 de la mañana.

Mi hija ya estaba muy cansada, y mejor decidimos irnos al hospital. Al llegar traía la presión alta (es un poco nerviosa) y seguro yo también. Pero alguien tenía que ser fuerte y ahora me tocaba, o por lo menos eso demostré, aunque por dentro estuviera muerta de miedo. Sentía que mi cuerpo temblaba como gelatina, pero yo firme. Mi yerno todo preocupado, hacia las cosas al revés.

Ya en urgencias, lograron estabilizar a mi hija y la subieron al cuarto, como ustedes saben, a esa hora estábamos todos como muéganos en el cuarto: la suegra, la cuñada, la abuelita, la tía, el papá, etc., unos nerviosos, otros ansiosos, todos emocionados esperando el gran momento.

Yo sentía entre nervios y emoción, una explosión de sentimientos que no puedo expresar en estas líneas y que encierra mucha admiración a la perfección de dar vida a un ser maravilloso.

Mientras tanto, el médico guiaba con los ejercicios de respiración. Todos nosotros ayudamos… pero a ponerla más nerviosa.

Ya eran las 2 de la tarde y mi hija estaba cada vez más cansada. Fue entonces que su esposo y ella decidieron por la operación. Yo, asustada, entraba y salía del cuarto, la angustia me atrapó y los nervios me victimizaron. Sentía que no alcanzaba a llenar los pulmones, que algo me obstruía en el pecho: un miedo que nunca en mi vida había experimentado.

Los segundos se me hacían horas, hasta que por fin salió el doctor, se dirigió a nosotros y nos dijo: “Todo salió bien, ambos con buena salud”. En ese momento di gracias al cielo por el milagro de la vida y pensé: “La cita con la vida ha culminado con alegría”.

Quería gritar, saltar, correr y decirle a todo el hospital que hoy comprendía esa frase que la gente dice y repite muchas veces: “El milagro de la vida”.

Cuando el nuevo integrante de la familia llegó a los cuneros, mi corazón ya no aguantaba más de esa alegría y me salieron las lágrimas más sinceras y tiernas que puede experimentar una mujer al convertirse en abuela.

El papá del bebé también experimentó lágrimas de alegría, y todos los que estábamos en ese momento también lloramos.

Yo recuerdo que cuando mi hija nació viví la mayor de las satisfacciones, pero ese día, al ver a mi nieto, sentí algo diferente. No les puede decir qué, ni por qué, pero seguro es por estár en otra etapa de mi vida. Quizás aprendí a gozar y sentir intensamente esos momentos, y puedo asegurar que ¡SOY  FELIZ!

Mi nieto es una realidad, es ternura, es alegría, es placer, es gozo. Y yo, como abuela, me siento orgullosa por mis frutos (el árbol por sus frutos será conocido).

Les dejo estas preguntas: ¿Cuál es la misión de la vida?, ¿cómo coleccionar los momentos vividos?, ¿cómo gozar y amar sinceramente? y ¿cómo ser feliz?

Creo que mi nieto me está enseñando cosas importantes, vino a mi mundo a enseñarme a disfrutar antes de partir de él. Voy a convertirme en la abuela más feliz, la más cariñosa, la más alegre y la más chistosa (porque siempre he asegurado que en otra vida fui bufón) para poder escribirle a mi nieto una página completa en su libro de la vida. Ya les iré contando, pero esas serán otras historias.

 

Gracias por leerme y por sus comentarios.

Esperen el otro

Autora: YAYA

Corrector de estilo: Oli

La anunciación

 

La anunciación

¿Quién espera con ansia una fecha?

 

¡Pues YOOO! No sé si esas cosas me pasan solo a mí o a todas las futuras abuelas. Mientras lo descubro, les cuento.

Un viernes por la tarde recibí la invitación de mi hija para asistir, al día siguiente, a comer en un restaurante muy famoso (donde la especialidad son las pastas). Obvio, entre los afortunados que fuimos requeridos estaban mis padres, mis dos hermanas y mis dos sobrinas. Pues qué les puedo decir, como es mi costumbre, esa noche no dormí por estar pensando en mi mami y en la emoción que le ocasionaría la noticia (ella está delicada del corazón). Al final supe que una sorpresa con tanto amor no repercutiría negativamente en su salud, por el contrario, la llenaría de vida.

Les sigo contando:

 

Llegamos a la hora citada. Yo, emocionada, observaba cada dos segundos la puerta de la entrada y la hora en mi celular. En realidad, tardaron solo unos minutos en llegar, sin embargo, a mí se me hicieron horas. Por fin aparecieron los primeros, mis papis, y unos minutos después, el resto.

Creo que otros también estaban muy nerviosos, estos eran mi hija y mi yerno, quienes se refrescaban la garganta cada segundo.

Muy ceremoniosos sacaron de debajo de la mesa un pequeño regalo que entregaron, con unas lindas palabras, a mi mami, la próxima bisabuela. Yo traté de contener las lágrimas, pero no pude.

Mi mamá abrió el regalo y adivinen qué contenía …

Pues adivinaron: ¡ROPITA DE BEBÉ! Emocionada, mi mamá volteó con los ojos llorosos y casi sin poder hablar (pasó lo que temía, justo por lo que no pude dormir, se emocionó), y les preguntó “¿Ya van a tener un bebé?”

Cómo les puedo describir cuánta dicha se respiraba en esa mesa. Todo era amor y felicidad, una sensación única de bendiciones y sentimientos agradables.

A cada una de las mujeres nos dieron una nota, en ellas habían escrito mensajes con contenidos acordes con el papel que ahora íbamos a desempeñar.

En mi carta habían escrito algo así:

“Abuela, ya quiero conocerte. Serás un ejemplo para seguir, tus enseñanzas serán grandes lecciones de vida que dejarán huellas en mi educación. Siempre recibirás de mi parte respeto y amor. Y aunque me falta poco por conocerte, ya siento que me amas y yo te amo”.

En ese momento, en mi mente circulaban ideas encontradas (no vayan a decir: ¡como siempre!). Ahora, como abuela tendría un gran compromiso, ¿cómo iba a contribuir en la formación de un nuevo ser?, ¿cómo enseñarle a forjarse como un ser maravilloso, creación perfecta de Dios?, ¿cómo darle ejemplo para que se convierta en un ser generoso, amoroso, respetuoso?, ¿cuál sería mi aportación en esta sociedad y con este ser para que aprenda a ser feliz, amable con la vida, a tener tranquilidad, fortaleza, y espiritualidad (siempre le decía a mi hija “un abogado espiritual es una gran ser que genera abundancia para contribuir en su país, eso no te lo enseñan en la escuela, tú apréndelo”.). ¿Cómo ayudar ahora a los padres a marcar límites claros y justos? Pensé (porque a veces pienso), “este papel de abuela ¡uff! es más complicado que el de madre porque hay responsabilidad, pero no directa; hay que ayudar sin ser metiche; hay que corregir, pero muy sutil (para esos están los padres). Hay que cuidar y reportar todo a los papás, hay que decidir, pero con responsabilidad compartida”. En fin, qué difícil papel, pero no es imposible.

Después de leer todas nuestras líneas, volteé a observarlos, ya para entonces estábamos en un llanto total.

No quiero contarles que todos los meseros y comensales cercanos nos voltearon a ver porque en esa mesa se respiraba alegría, llanto de felicidad, risas, abrazos, en fin, un mundo de sentimientos encontrados, pero todos con un buen sabor de boca.

Desde luego que inundamos el lugar, y después nos dispusimos a disfrutar la comida y a brindar con un buen vino el acontecimiento que Dios nos había permitido sentir esa tarde.

Cuando salí de ese maravilloso lugar, mi mirada se dirigió al cielo para agradecer a Dios tanta felicidad y dar gracias por tanto amor recibido.

Amé cada minuto que pasaba para la llegada de mi nieto o nieta.

Amé cada segundo que me recordaba que iba a ser abuela.

Amé cada instante que me tocaba acompañar a mi hija al doctor.

Amé cuando nos revelaron el sexo del bebé.

Amé la pancita que iba creciendo en mi hija.

Amé la evolución semanal del desarrollo del bebé.

Amé sentir cada vez que él bebé pateaba.

Amé a ese ser lleno de amor e inocencia que llegaba a nuestras vidas.

 

A partir de ese momento, empecé a contar las horas y los minutos para sostener ese milagro entre mis brazos.

Hasta que, por fin, llegó el día de su nacimiento. Pero esa es otra historia.

Gracias por leerme y compartir comentarios.

 

Esperen el otro.

Autora: YAYA

Corrector de estilo: Oli

Secreto de Estado…

¿Quién sabe guardar un secreto?

¡Yooo! (o al menos eso creía), generalmente soy muy buena para eso y cuando me dicen no lo digas, aunque me torturen con manita de puerco, pues no lo digo,

Quizás muchas de ustedes me dirían “yo sí puedo, soy una tumba”, otras me contestarían “muero por decirlo”, otras inmediatamente van y lo cuentan. En fin (creo que sí es difícil guardar un secreto, o al menos éste), les platicó como lo afronté.

¿Recuerdan que tenía prohibido decir del embarazo de mi hija?, pues ahí les va:

Después de enterarme, cada día que pasaba, cada minuto y cada segundo, me resultaba más difícil guardar el secreto. Parecía que el universo estaba en contra mía. En la oficina escuchaba pláticas de temas de niños, me enteraba de mujeres que estaban embarazadas, constantemente me ofrecían que comprara artículos para bebés. Y en la familia también eran pláticas de todos los días “Cuando seas abuela vas a querer comprarle todo al bebé”, “Cuando Dios te regalé un nieto lo vas a consentir”, “Mira, fulanita vende chambritas de bebé”. En fin, el cosmos me atrapaba día a día en esta mala jugada, y yo con las ganas de gritar a los cuatro vientos: “¡YA PRONTO SERÉ ABUELA!”.

Un día llegamos mi esposo y yo a la oficina, figuraba ser un día normal, común y corriente. Nuestra entrada siempre es muy temprano, y a esa hora una pequeña se encuentra esperando a que el reloj avance para que su mamá la lleve a la guardería. Nosotros, como ya es costumbre, dedicamos unos minutos para jugar con ella y ese día no fue la excepción. Al ir jugueteando con ella en las escaleras una amiga volteó y nos dijo, muy segura de su frase, “Ya van a ser abuelos”. Inmediatamente pasaron por mi cabeza miles de dudas, ¿cómo se enteró?, ¿quién le dijo?, ¡seguro es bruja!, ¿quién de los dos cometimos la indiscreción?, ¡seguro fue mi esposo! (yo siempre libre de culpa). Después de respirar profundo contesté “¿Quién te dijo?, ¿cómo sabes?, ¡es un secreto!”. Claro, con esas preguntas confirmaba la sospecha de mi amiga. 

Ella, con una sonrisa, solo respondió “No, nadie. Solo lo imaginé al verlos jugar con la pequeña compañerita. Y soñé una noche antes que iban a ser abuelos”. Ella siempre dice que los niños vienen de “Babyland” y que, en su sueño, ella veía que ya estaba ahí mi nieto esperando para nacer. Entonces, con la dicha que me caracteriza siempre que tengo una buena noticia, bailando, le dije “¡SIIIII, vamos a ser abuelos, estamos super contentos! Guarda el secreto por favor. Si mi hija te pregunta, solo haz cara de sorpresa y asombro, o sea, cara de ‘¿what?’”.

Nuevamente experimenté en todo mi ser la alegría de gritar al mundo entero que seré abuela. Esa adrenalina creció dentro de mí, mi cabeza (ya saben, el cerebro no descansa) volvió a enloquecer y como no estoy acostumbrada, otra vez, miles de interrogaciones, ¿niña o niño?, ¿a quién se parecerá?, ¿ojos claros o negros? Ya no  aguante más, me sentía desesperada por dar el anuncio de la nota espectacular (para mí)  y entonces me animé a indagar con mi hija y que me expresará la razón por la que no podía decir nada. Me dijo hay dos “La primera, el doctor nos dijo que es mejor esperar unos tres meses para evitar hacernos ilusiones”, (y pensé, ¿más ilusiones?, si estoy hecha loca de felicidad); “Y la segunda es porque queremos anunciarlo en un acto social con un toque de sorpresa”. O sea, ¡nuevamente me tenía que esperar! Realmente les confieso que guardar ese secreto me resultó muy difícil, porque me movía todos los sentimientos buenos que existen en este mundo.

Los días, los minutos y los segundos se me hicieron E-TER-NOS. A diario los contaba para asistir a la comida de anunciación donde la familia más cercana, y sobre todo, mis padres, también se volverían locos, ya que ellos se estrenaban como bisabuelitos.

Les confieso que me volví hasta mentirosa tratando de evadir el tema. Entonces decidí irme con la familia y amigos lejanos (¡Wow, esa fue una buena idea!). Ellos, tarde o temprano se iban a enterar, y qué mejor que por mí. Así que me comuniqué con algunos de ellos y les platicaba la nueva, especificando que cuando vieran a mi hija o a mi yerno hicieran cara de sorpresa, como si no estuvieran enterados de nada.

Entonces empecé a disfrutar ese momento, claro, a mi manera. Me fuí al súper y compré bolsas de chocolates. Al día siguiente, al llegar a la oficina, le invitaba un chocolate a quienes me encontraba en mi camino y les decía “Voy a tener un nieto”. Unos me abrazaban, otros me felicitaban, hubo quien me regaló un beso sincero, pero nadie despreció mi chocolate.

De esa forma pude aguantar y guardar ese “Secreto de Estado”, deseando que por fin llegara el día oficial para participarles a todos la llegada del nuevo integrante. Pero esa, es otra historia.

Gracias por leerme y compartir comentarios.

Esperen el otro.

 

Autora: YAYA

Corrector de estilo: Olí