Más vale tarde que nunca

¿Quién no jugó en la infancia a la maestra?

Yo sí y muchas veces, pero nunca me imagine ejercer esta profesión a estas alturas de mi vida, todo fue gracias a la pandemia mundial, ¿están listos?

Como les había escrito antes, los padres modernos mandan a sus hijos a estimulación temprana (seguro quieren niños con gran desarrollo intelectual, pero a veces se sacrifica un poco la convivencia y la calidad de tiempo) y mi nieto no fue la excepción, terminó esa etapa y se graduó (yo me gradué hasta terminar mi carrera, como a los 23 años, pero en la actualidad los bebés se gradúan desde los primeros meses). Entonces, los padres decidieron mandarlo a la escuela con apenas un año y seis meses, según ellos para que el niño se desenvuelva con independencia (en mi época teníamos que esperar a que el bebe creciera física, intelectual y espiritualmente para mandarlo la escuela).

En fin, los padres emocionados pagaron la inscripción, como se sabe “Febrero, mes de las inscripciones”. Cabe mencionar que actualmente las abuelas no tenemos voz ni voto y mucho menos opinión en el tema de la educación de los nietos, ya saben “eso era antes”, “las cosas cambiaron”, “los niños de hoy están más revolucionados”, etc. Creo que los niños de antes y los de hoy, son los mismos, lo que ha cambiado son las actividades de los padres, sus intereses (padres modernos con celulares todo el día, chateando y navegando en las redes sociales, es decir, más conectados al mundo, pero menos comunicados con los hijos).

Como todos sabemos, nos alcanzó la pandemia. Desde luego, algo insólito, seguro necesitábamos un alto a nuestra vida acelerada, incrementaron los casos de Covid-19 y los padres de mi nieto resolvieron sacarlo de la escuelita, decisión que me encantó porque mantener a un bebé quieto frente a una computadora es complicado y difícil.

Y entonces ahí entro yo… ¿a quién creen que voltearon a ver?; pues a la Yaya, la abuela que no tiene qué hacer, la que tiene tiempo, la que puede ayudarlo y enseñarle materias de acuerdo con su edad.

Pues ya entrada en materia, me nombraron “La Miss” de mi nieto, y tuve que prepárame para saber cómo enseñarle a esa nueva vida. Pues como dicen por ahí “preguntado se llega a Roma”, empecé a leer, a indagar y a asesorarme con mis primas expertas en la enseñanza, busqué en internet y ¡manos a la obra! Puedo asegurarles que mi nieto, con 2 años, ve a la abuelita como un ser divertido, gracioso y está aprendiendo cosas nuevas con juegos, con cuentos e historias infantiles, ¡canta y baila todo el día!

Es muy importante que las primeras lecciones sean un placer para el niño, llenas de amor y paciencia, les aseguro que toda mi dedicación me trae, sin duda, los mejores momentos de esta gran labor que me asignaron como maestra.

He logrado con gusto y amor que el pequeño vea las lecciones de una manera fácil, donde aprenda las vocales cantando (les recomiendo la canción de la risas de las vocales), a distinguir los colores, a pronunciar los números, y entre juego y juego a diferenciar a los animalitos (recomiendo la granja de Zenón, y documentales de sonidos de animales), a distinguir las partes del cuerpo… Mi vida se ha convertido en un maravilloso juego y gran parte de día corremos, brincamos, gritamos, reímos, etc. (les aseguro que todos sus males desaparecerán). Entonces, los abuelos nos convertimos en los seres más adorados del niño. ¿Saben cuál es mi sueldo por esta linda profesión?, escuchar a mi nieto decirme: “Te amo Yaya”.

Solo me resta aconsejar a los nuevos padres: dejen a un lado los aparatos modernos y regalen a sus niños más calidad de tiempo. Pero esa es otra historia.

Gracias por leerme.

Autor: La Yaya