Mi mejor experiencia…

Mi mejor experiencia…

 

¿Cuál ha sido su mejor experiencia?…

 

¡¡Muchas me dirían; uff!!  miles de vivencias, pero yo encuadro una muy importante, “El ser abuela”.

El año pasado me convertí en el ser más dichoso de este planeta, (o al menos así me sentí) cuando nació mi nieto. ¿Cuántas de nosotras hemos experimentado esta satisfacción?…  Quizás muchas o quizás pocas, pero de algo estoy segura, la vida me ha cambiado desde ese día.

Todo el mundo nos dice, “Los nietos se aman más que los hijos”, yo creo que el amor es el mismo, solo aplicado de forma diferente, cuántas veces nos han dado consejos como “Por mi nieto soy capaz de todo”, “Por él hago cosas, que antes no era capaz”, “Al hijo lo educamos y al nieto lo consentimos”. En fin, todos tenemos cosas que contar y qué decir de los nietos, pero pocas nos atrevemos a decir y a ver la neta del planeta. (como dicen los chavos), es por eso, por lo que he decido compartir mis experiencias a través de este blog, donde quiero llenarlo de magia y amor, lleno de relatos y vivencias.

Un día cualquiera para mi esposo y para mí, nos levantamos cuando sonó el timbre del despertador, ambos como siempre corriendo y cruzándonos de un lado para otro en la recámara, platicando lo esencial y preguntando cosas sin trascendencia, de repente tocan la puerta, ambos nos volteamos a ver y dijimos casi al mismo tiempo pasen, al abrir la puerta, se encontraban parados con una respiración agitada y con un brillo en sus ojos, mi yerno y mi hija, nosotros inmediatamente preguntamos, ¿Qué pasó?, mientras tanto yo paralizada entre el miedo y la angustia, corriendo mi cerebro a mil por hora, imaginando miles de cosas, malas (porque así generalmente trabaja el cerebro, siempre en negativo), con voz entrecortada, vuelvo a preguntar ¿Qué pasó, algo malo?, ambos se voltearon a ver y mi hija levantó la mano y me entregó una prueba de embarazo (tengo que aclarar que yo no sabía cómo leerla o al menos después de 30 años no me acordaba cómo interpretarla), y entonces, como siempre adelantándome a dar consejos, (como nunca hacen las mamás y menos las suegras), “No se preocupen Dios sabe cuándo, hay que seguir intentándolo”  (Cabe mencionar que mi hija y mi yerno ya estaban intentando tener familia, para ello, a mi hija le iban a realizar un estudio delicado para saber la causa del porque no se había embarazado ). Mi hija volteo con una sonrisa y dijo mamá; no sabes leerlo, claro que yo no iba a dar mi brazo a torcer, e inmediatamente respondí sí, pero todavía no lo había visto, ustedes saben, justificando mi ignorancia.

 

Mientras tanto mi yerno, paralizado en la pared deteniéndola para que no se cayera, no él, sino la pared, con sus ojos que asomaban lágrimas de felicidad o dicha, no dijo una palabra, pero respiraba agitado, mi esposo empezó hablar como merolico, “Que será, bueno, lo que Dios quiera, que esté sanito, como le vamos a llamar, donde te vas atender, hay que hacer un ahorro…”  en fin, su alegría la expresó diciendo y haciendo miles de preguntas, un poco adelantado ¿verdad?

 

Yo, que les puedo decir, empecé a sentir una emoción increíble, corrió por todo mi cuerpo, una sensación de placer, y felicidad, sentía que cada célula de mi ser se llenaba de amor y tranquilidad, respire y empecé nuevamente a dar consejos, (eso no se me da), “Los hijos son un milagro de Dios, son prestados, deben de prepararse para ser buenos padres, ahora la vida va a cambiar, duerman bien; porque una vez que nacen nada es igual”. Creo que peor que mi esposo, ese día llegue al trabajo, diciéndole literalmente, a todo el mundo, voy a ser abuela, sentía placer por decir esa bendita palabra abuela, algo así como un programa de tele que había hace tiempo, que todo México se entere.  Aunque debo de confesar que ese día mi hija y mi yerno me prohibieron, así PROHIBIERON, anunciar la noticia, pero bueno. Esa es, otra historia…

 

Gracias por leerme y compartir comentarios.

Esperen el otro.

Autora: YAYA