“Aparte de vieja… viruela” Un dicho bien dicho.

“Aparte de vieja… viruela” Un dicho bien dicho.

¿Alguna vez se imaginaron bautizarse con un apodo a los 52 años de edad?

Pasaban los días y mi nieto continuaba siendo el centro de mi atención, cada carita, cada gesto, cada suspiro me hacía sentir en las nubes.

En alguna ocasión me cuestionaron sobre qué es el amor, supongo que por la falta de experiencia dije algo como “es sentir mariposas en el estómago”. Es de risa esa definición ¿verdad?, pero hoy, gracias a mi nieto, lo puedo entender y exteriorizar mejor, como lo explicaría Mafalda:

Amor es: el estado perfecto en tu cuerpo, estar en armonía y en equilibrio con tu propio yo (mente, alma y espíritu), es decir palabras lindas a todos los seres humanos, es motivar ayudando a los demás a levantarse, es olvidar rencores, es no tener envidia hacia los demás, es la pureza de un lindo ¡Te quiero!, es regalarse día a día una sonrisa, es desear abundancia y bienestar al universo, todo eso lo encuentras en una palabra: “NIETO”.

Con el correr del tiempo me convertiría en la nana (seguro pensaron en la Nana Fine) más experta en cambio de pañales, aunque debo reconocer que cae más rápido un hablador que un cojo, yo siempre decía “nunca voy a cambiar pañales” (¡jajaja!), la vida me llevó a realizarlo, a calentar mamilas, a adivinar qué necesitaba el nuevo integrante de la familia, hasta me convertí en el bufón más gracioso de mi casa. El bebé crecía a mi lado y yo aprendía de él cada instante.

Mi placer de estar cerca del niño crecía, lo primero que hacía al abrir los ojos por las mañanas era buscarlo, iniciar el día con una imagen de mi angelito es mejor que un buen café y eso que soy catadora. Durante el día recordaba sus graciosadas a cada instante y hasta considero que cansaba a mis compañeras de trabajo con el tema de mi nieto, algo así como cuando estás enamorada de tu primer novio y no dejas de pensar en él y de pintar corazones en todas partes. Un consejo, no hagas eso porque las amigas después te dan la vuelta, mejor disfruta tú esa etapa y cuando algo te saque de balance o sientas que podrías enojarte trae a la mente un recuerdo lindo de ese ser que amas tanto.

Pues un día, de la nada, escuché que mi nieto me empieza a decir “YAYA”, yo en mi papel de abuela que corrige y que cree que todo lo sabe le dije “no papi, soy abuelita”, y el bebé cada vez más claro me seguía diciendo así, y yo necia le decía “no nene, abuelita”, hasta que un día me canse y le dije “está bien, dime como se te haga más fácil”, acepté mi apodo y me bautice como la “YAYA”.

Uno de esos días jugaba como siempre con mi pequeño, él hacía como que se pegaba o se caía y yo corría a decirle “ya, ya mi niño”, lo abrazaba y le decía “todo está bien, no pasa nada”, y fue ahí cuando ‘me subió el agua al tinaco’, (y ustedes dirán “¡ay YAYA!”) pero  en ese momento me di cuenta de que bebé me había bautizado así porque yo jugaba con él de esa manera, porque le gustaban los abrazos, sentirse cerca de mí y, sobre todo, sentirse protegido.

Créanme, colegas abuelitas, somos un ejemplo de amor, paz, y armonía para nuestros nietos, y aunque no nos demos cuenta, ellos están aprendiendo de nosotras, tenemos un gran compromiso con ese ser que se está formando. Hoy, somos guías para formar a los que mañana serán seres seguros y plenos, triunfadores, capaces de dar y recibir amor, sin miedos para enfrentar adversidades, para tener relaciones sanas y no de codependencia, seres capaces de caer, levantarse y seguir, no les puedo asegurar que su vida será de color rosa, pero sí les afirmo que debemos formar seres capaces de amarse y amar, de sentirse plenos y en armonía.

Cuiden cada momento que estén con ellos porque, tengan por seguro, ellos nos observan todo el tiempo, aprendiendo cada suspiro y cada movimiento que hacemos.

Ahora ya saben porque firmó como YAYA.

Tengo mil aventuras que contarles, pero eso será en otras historias.

Gracias por leerme y compartir comentarios.

 

Esperen el otro.

 

Autora: YAYA